Los ancianos suelen dormir menos que los jóvenes, debido a
la reducción de los niveles de melatonina, hormona que regula el sueño y
reduce la tensión arterial y la temperatura corporal. Las personas mayores
suelen tener un sueño menos profundo y más entrecortado, pues se despiertan
varias veces durante la noche.
Estas alteraciones comienzan a manifestarse a
partir de los 70 años y provocan fatiga y somnolencia durante el día, incluso
reducen las habilidades cognitivas y ocasionan la pérdida de memoria.
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